El dolor perineal es la sensación de molestia en la zona que comprende el pubis, el ano y el cóccix. 


Esto dolor perineal tiene un origen que puede estar asociado a múltiples patologías o de síndromes. Pueden encontrarse pacientes que refieran un dolor perineal que venga derivado de algún problema en vejiga o uretra, o ser secundario a afecciones del área ginecológica como la endometriosis, dismenorrea etc., puede ser también derivado de problemas rectales, por compresiones de nervios periféricos como el pudendo o de ramas más superiores, otro origen puede ser el psicológico, sexual, por alguna enfermedad sistémica, o puede ser exclusivamente a nivel muscular, fascial, por cicatrices, y se puede cronificar dando comienzo a un síndrome miofascial. 


Es importante tener en cuenta el procesos que se lleva a cabo en las pacientes que inician este dolor normalmente a través de un proceso nociceptivo que puede ser una lesión, un desgarro, consecuente a infecciones, o la menopausia. Este dolor agudo va a generar respuestas en función de cada persona; puede existir una respuesta inflamatoria, puede tener causas netamente genéticas, por la propia personalidad de la paciente o por factores socioeconómicos. Todo esto puede producir que el dolor se cronifique o se mantenga durante varios meses. Cuando este dolor se mantiene durante tres meses pasa a formar parte de una etapa subaguda y en la que suelen comenzarse a producir cambios en la sensibilización,  y luego de los seis meses pasa a denominarse como un dolor crónico, donde los cambios de sensibilización ya están dando cambios bioquímicos a nivel cerebral (nuevas redes neuronales, cambios en la plasticidad neural y capacidad de respuesta) lo que va a generar una superposición de los síntomas, una mayor afectación emocional pudiendo dar lugar a el síndrome miofascial. 


La técnica EPI o la técnica manual se van a centrar en la etapa aguda donde existe un dolor nociceptivo sin componente de sensibilización central.


Es fundamental una buena evaluación para saber exactamente donde se encuentra el dolor, cual es la musculatura afectada o si el problema viene por cicatrices, por desgarros o por episiotomías.   
Dentro de los tratamientos utilizados a nivel medico se pueden encontrar tratamientos analgésicos como óvulos de diazepan, infiltraciones con anestésicos (lidocaína, bupivacaina, ropivacaina), y desde hace poco tiempo se está utilizando infiltraciones de toxina botulínica directamente en los músculos del suelo pélvico. 
Desde el tratamiento de la fisioterapia se están aplicando diversas técnicas como la terapia manual, ejercicios de Kegel, técnicas conductuales, ejercicio terapéutico, BiofeedBack, el uso de dilatadores, técnicas de estiramiento muscular, ejercicios de relajación y electroestimulación. 


Se realizó un estudio en el que se valoró la efectividad de la técnica EPI Electroestimulación Percutánea Intratisular en el tratamiento del dolor perineal el cual obtuvo muy buenos resultados en reducidas sesiones de tratamiento, para ello se realizaron criterios de inclusión en el que el dolor fuera localizado a nivel perineal o en alguno de los músculos del suelo pélvico y por su puesto criterios de exclusión para pacientes con diagnóstico de vulvodinia o cualquier otra patología vulvovestibular asociada a la alodinia, tratamiento con infiltraciones, gestación, historial médico oncológico reciente y fibromialgia. Dentro de los métodos de evaluación se utilizaron la escala numérica de dolor y el índice de función sexual femenina. El protocolo de evaluación se inició con la localización de los puntos dolorosos, la utilización de la ecografía musculoesquelética en forma de precaución de la estructura lesionada  y luego si se aplicaba la técnica EPI. Los resultados fueron muy satisfactorios en los que el dolor disminuyo en las pacientes, la mejoría fue notable y en un número reducido de sesiones.

A partir de estos resultados se planteó la comparación de la Técnica EPI con la terapia manual con el fin de verificar si con ella se obtienen los mismos resultados sin necesidad de aplicar una técnica invasiva como la EPI, en este otro estudio tomaron como criterios de exclusión la sensibilización central, la neuropatía del pudendo, tratamientos previos con infiltraciones, procesos infecciosos, embarazo y el historial médico oncológico. De igual forma se aplicó la escala del dolor numérica y el índice de función sexual y como método adicional un cuestionario que descarta la presencia de un dolor pélvico crónico. Se utilizó también el control ecográfico de prevención y la localización de fibrosis. Los resultados también fueron muy buenos. Este estudio llamo la atención en detalle ya que varias pacientes referían disminución total del dolor a la exploración pero al aplicar el cuestionario los valores de dolor con las relaciones sexuales aún se mantenían altas, por lo que muchos son los factores que influyen en el dolor sexual por lo que  no hay que acotarlos únicamente al dolor perineal, muchas pacientes requieren de un apoyo multiciplinar, por lo que sería interesante utilizar cuestionarios antes de aplicar técnicas para lograr saber si se van a lograr beneficiar de la aplicación de ellas o si lo que necesitan es un abordaje más multidisciplinario y no precisamente una técnica de terapia manual, EPI , etc.